Referencias . Prensa
José Luis Rodríguez Tamargo (Arnao, Castrillón), persona inquieta desde su juventud, preocupada por los temas culturales y especialmente relacionado con las artes plásticas.
Asiste a clases de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés y posteriormente en la Escuela de Artes Aplicadas de Oviedo.
Aunque hasta 1983 no mostró su obra públicamente y posteriormente pasaría un periodo de silencio entre 1990 y 2006, año en el que retoma una actividad expositiva que mantendrá ininterrumpidamente hasta el presente, destacando su participación en las muestras realizadas en el Ateneo de la Calzada de Gijón (2007) y en la Fundación Municipal de Cultura de Ribadeo (2008). Pero cabe, también, destacar su labor como fundador, junto con Fernando Flórez Fernández-Villaranzo y Gustavo Adolfo Fernández, del “Foro de creación y lectura de la Biblioteca Municipal de Grado”, ampliado, un año más tarde, con la puesta en marcha del “Foro de creación plástica”, al que se unirían los pintores Andrés Alonso Moutas, Alberto Mendívil, Gerardo Cañedo y Helios Ruiz.
Su pintura revuelve en las primeras vanguardias del siglo pasado, actualizando y exprimiendo su potencialidad expresionista. La experiencia del artista, más que sus impresiones, debe permitir mostrar el mundo en toda su crudeza. Con estas premisas se puede entender la rudeza en el trazo y el colorido brusco y salvaje. La figura humana se erige en protagonista de un relato que hurga en los sentimientos y en las deformaciones emocionales expresadas con un cierto desasosiego. Las parejas que el artista hace desfilar en su imaginario pictórico conviven con sombras u otros personajes que invaden su intimidad, produciendo una convulsión sentimental que se materializa en el trazo y el cromatismo.
Efectivamente José Luis Rodríguez Tamargo propone diversos elementos –religiosos, morales y sexuales- para crear una vivencia de raíces figurativas pero comprometida con la abstracción. Los rostros, los cuerpos y los gestos se definen mediante un desenfadado grafismo asaltado por las manchas de color. Y hay una furia pictórica contenida que al liberarse, en algunas obras de la última etapa, transmiten una atmósfera cromática asfixiante.
Este artista intenta sacudirnos con sus pinturas, retorcer la expresión, a veces de forma agresiva, pero sin renunciar al sentimiento y con una actitud creativa francamente encomiable.
Jaime Luis Martín.
“De Figuras y Paisajes”. Fundación Vela Zanetti, León.
La relación de José Luis Rodríguez Tamargo con la pintura es muy temprana: “Siempre he pintado –dice él-, desde niño, en la juventud”. Se formó en las Escuelas de Artes y Oficios de Avilés y de Artes Aplicadas de Oviedo, compaginándolo con otros estudios y trabajos. Asturias (Avilés, La Felguera, Castrillón, Gijon…) fue, naturalmente, la principal receptora de sus exposiciones, desde 1983, y de otras actividades creativas relacionadas con la literatura. Tras un parón expositivo, regresa en 2006, y a las salas asturianas se les suman otras en Galicia, Palencia o León, donde vive y trabaja en la actualidad.
En esta ciudad, en la Casona de Villapérez, se exponen 23 piezas, algunas inéditas, pues llegan directamente del interior de carpetas, cajones y cartapacios, liberadas del anonimato, para conformar, junto a otras ya exhibidas, una muestra que evidencia la consolidación de un trabajo pictórico de largo recorrido, fraguado con el tiempo hasta alcanzar solidez, seguridad en sus planteamientos y resoluciones personales, a partir de referencias pictóricas bien consolidadas en la Historia del Arte del siglo XX.
Integran la exposición tres itinerarios temáticos, elegidos deliberadamente para mostrar la versatilidad de este artista: inquietantes personajes de filiación expresionista, asépticos paisajes y cezannianas naturalezas muertas. Las tres series exhiben evolución interna similar, perdiendo paulatinamente las formas naturalistas en favor de formulaciones con predominio de valores meramente plásticos, dando origen a obras conceptualmente distintas, al situarse en la órbita de la abstracción, ya de manchas, ya de la esquematización estructural. El pintor altera el lenguaje, y con él, el contenido.
Con los misteriosos personajes que emergen de un incierto mundo de palpitantes rojos, crea una iconografía que da alas a la libre interpretación, pues bien pueden remitir a aspectos sociales, de denuncia –seres atrapados, en burkas, en conflictos múltiples-, situaciones dolorosas –soledades, encuentros, desencuentros- o acaso son una expresión soterrada y simbólica de las íntimas sensaciones del artista. Hay en estos pseudopersonajes un expresionismo latente que deviene en abstracciones, al disolverse las formas sólidas en la atmósfera o manifestarse como rígidas formaciones pétreas, que también alcanzan, aunque de otra índole, categoría abstracta. El color es el principal aliado plástico de este pintor, de él se sirve de un modo intelectualizado, no naturalista, así los abismales rojos, los restallantes amarillos, los negros, adquieren categoría de estado de ánimo en esta temática.
La asepsia sentimental e ideológica y la serenidad plástica se recobran en las otras dos series: en los clásicos, jugosos y táctiles bodegones y en las suaves formas montañosas de los limpios paisajes. Los primeros evolucionan hacia interpretaciones poéticas, casi líricas, una vez esencializadas sus formas y unificado el color, mientras en los paisajes, apastelados ocres, verdes, rosas, amarillos y azules crean por sí mismos una estructura paisajística definida que deviene en limpia y plana mancha y un tratamiento espacial sin referencias a la realidad.
Su discurso plástico gira en buena medida en torno a los medios y a los materiales empleados. El papel tratado y el acrílico se alían para acelerar la pincelada, larga y suelta, superpuesta una y otra vez, dando lugar a veladuras y matices. Pero, por encima de técnicas, de conceptos y de trabajo reflexivo, la obra de arte, y en este caso así lo entendemos, es un espacio personal y mágico formado por el material inaprehensible de la sensibilidad, de la sobreexposición emocional. Es una búsqueda de la belleza, esa clase de belleza que, como formuló Humberto Ecco, no es inherente a las cosas, sino que se forma en la mente del espectador libre de las influencias externas, y la pone a disposición del espectador para que, si lo desea, vea, sienta o sintonice con él. Pura magia.
Rosa María Olmos Criado, Doctora en Historia del Arte.
“Lembranças paulistas”
Nos sorprende el veterano artista con una versión completamente nueva de su obra. En ella, prescindiendo del realismo y buscando el ritmo vital de la enorme ciudad, consigue ofrecer una visión completamente personal de unas calles cuyos edificios se amontonan en una sucesión interminable de valles y altozanos. El sentimiento, el rumor de la vida, el color y el calor de las calles de la brasileña ciudad de Sao Paulo.
El ser humano se ha inventado en esas tierras feraces una inmensa colmena en la que la vegetación está siempre presente, como si quisiera, reclamar su espacio, invadirlo todo partiendo de las interminables selvas del país. Tamargo inventa su ciudad desde el sentimiento, desde el recuerdo, basando sus obras en unos pocos apuntes que realizó sobre el terreno. «No he querido pintar en Sao Paulo, ni recoger sus rincones partiendo de fotografías. Creo –dice- que lo importante, una vez ha pasado el tiempo, es recuperar el poso que su visión ha dejado en mí», afirma.
Y el artista ha hecho esa transferencia a través de unos colores intensamente cálidos, de un dibujo eminentemente dinámico en el que las líneas verticales y horizontales se pierdan en el olvido para que los edificios y la naturaleza bailen juntos una maravillosa samba desde los coloridos papeles..
Marcelino Cuevas. 13/7/2015, Diario de León. | link |
Sao Paulo, la gran urbe de millones de seres, reiteradamente visitada por José Luis Rodríguez Tamargo, conmociona, inquieta, aturde y enamora al viajero pintor, también algo poeta, que no puede sustraerse a su encanto, y con las retinas llenas de sus colores, de sus líneas, pinta y la pinta sin parar, recurriendo a las impresiones que quedaron en su memoria visual y emocional.
Así, obra tras obra, yuxtapone y superpone imágenes realistas del perturbador espacio urbano, registrando el rumor de la vida que transcurre sobre sus aceras, la verticalidad vertiginosa de los rascacielos o la humedad verde de macizos y árboles, los cuales parecen competir con los edificios en sus movimientos ascensionales, lanzando la mirada hacia un cielo imposible, casi desaparecido.
Rosa María Olmos Criado. 3/7/2015, TamTam Press. | link |
“Itinerarios Íntimos"
Tamargo pinta y lo hace muy bien.
Marcelino Cuevas. 14/3/2014, Diario de León. | pdf |
"De figuras y paisajes" Tam-Tam Press. 4/3/2014
"De figuras y paisajes" Ayuntamiento de León, 6/3/2014
“Crítica pictórica a la realidad". Café Cristal, León.
En esta ocasión el artista asturiano se ha lanzado por el complicado camino de la crítica, viendo la realidad a través de muy diferentes ópticas. [...] Son temas muy actuales que Tamargo trata con exquisito sentido pictórico.
Marcelino Cuevas. 10/7/2012, Diario de León. | pdf |
Fundación de Cultura de Ribadeo, Lugo.
Los acrílicos de José Luis Rodríguez Tamargo titulados "De la Costa" reflejan su pasión por la costa mariñana.
Isabel García Fernández. Al Norte. | pdf |
Exposición en Centro Cívico del Crucero, León. Artículo en Leonoticias.com
ArtistasLeoneses.es
Perfil de José Luis Rodríguez Tamargo